“El universo del discurso de la clase política dominante y los medios suministradores de información de masas está poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados”

Herbert Marcuse “El hombre unidireccional” (1964)

Respira.
“Aguanta!” “No empujes!” “Aún no!” “Venga, ahora!”

Te dicen cuándo empujar. Te dicen cuándo aguantar. Te dicen lo qué tienes que hacer. Te están diciendo que no escuches a tu cuerpo. Que no oigas tus necesidades. Que no confíes en ti. Te dicen cómo respirar. ¿A caso no sabes hacerlo tú? ¿A caso tu cuerpo no lo ha hecho siempre por sí solo?

Cuando el sistema sanitario se pone como director de orquestra de tu parto, tú ya no eres libre de vivirlo. Y castrar la libertad es una de las necesidades de nuestro sistema, y si se aplica contra las mujeres, aún más.
El sistema nos roba los partos para efectuar su control sobre la sociedad desde el primer respiro. Y hoy en día, más que nunca, tendríamos que ser conscientes de lo importante que es el respirar.

Sí, respirar.
Aquel movimiento automático que había quedado desapercibido.
Aquella función que dábamos por hecha, hasta que una amenaza de pandemia nos la ha robado, y desde arriba nos marcan el ritmo de cómo hacerlo.
Quieren que respiremos a su ritmo.
Quieren inhibir lo natural y mecanizar nuestra mente. En el parto y en la vida.
Romper el lazo entre madre e hij@, y hacer que el primer respiro sea un lloro.

Nos dicen cómo respirar en el parto. Nos dirán como respirar en el día día. Lo hacen, porque se creen con derecho a ahogarnos y dejarnos sin aire.
Un parto respetado es una herramienta de empoderamiento para la mujer.
El sistema ha impuesto su pensamiento único sobre el parto.
Su capacidad de convicción ha sido tan potente que ha conseguido que las mismas mujeres dudemos de nuestro cuerpo y de nuestra capacidad de dar a luz. “Somos la única especie de mamíferos que desconfía de su capacidad de dar a luz…” dice Ina May Gaskin.

Nos han convencido de tal modo que no estamos dispuestas ni a dudarlo. Es una creencia dogmática que hemos amamantado desde pequeñas: parir duele, parir es peligroso, parir sola no se puede. Todas sabemos que a parir se va al hospital. Y punto.

No nos atrevemos ni a preguntar el por qué.

Podríamos pensar que parir en hospitales es una práctica tan antigua que resultaría extraño volver a lo anterior, pero la realidad es que es algo relativamente nuevo y a pesar de ésto, parece una cosa normal acudir a un hospital a dar a luz.
Si tuviéramos el valor de mirar un poco para atrás y preguntarnos: ¿cómo nació mi madre? ¿Y mi abuela? ¿Y mis ancestras?

Si nos atrevemos a manifestar nuestra duda, nos dirán que antes, las mujeres, se morían de parto.
Pero nadie mencionará los hospitales donde morían 1 de cada 3 mujeres que iban a parir allí. Estos datos de la historia a nadie le interesa recordarlos.
Ignaz Semmelweiss, en su búsqueda para entender la causa de la muerte de las puérperas, se preguntaba por qué las mujeres que parían en el hospital morían, y las que lo hacían en la calle no (y cuando digo en la calle, me refiero literalmente a la calle, ya que muchas preferían parir así que entrar en el hospital). Encontró el problema: no eran las mujeres, era la profilaxis de los Excelsos Señores Doctores y los protocolos que adoptaban en la asistencia a los partos.
Su hallazgo, su respuesta al problema fue anulada, aniquilada y ridiculizada por los otros científicos que aplastaron la evidencia científica con el peso del pensamiento único de aquel momento.

Los que defienden el protocolo de parto en los hospitales, no te hablarán de la morbilidad hospitalaria y de los riesgos que llevan las intervenciones a las que someten a las parturientas.
No te avisarán con la seriedad necesaria sobre los riesgos, y te convencerán de que su prisa es correcta y justa. Te convencerán que dudar es de necios.

Tienes que elegir si confiar en tu cuerpo y en ti o no hacerlo.
Si te consideras capaz o crees que ellos saben hacer que tú puedas parir.
Si empoderarte o darle tu poder.
Si quieres que te acompañen o ser tu la acompañante espectadora de tu parto.
Si respirar cuando tú quieras o que te digan ellos cómo y cuándo.
Tienes que elegir si quieres que le violen el primer respiro a tu hij@ o que aprenda a respirar mientras tú le das la bienvenida.

El parto en casa es una opción real y segura para la mayoría de mujeres.

 

 

#paramaparto

#inamaygaskin

#partoencasa

#elpartoesnuestro

 #parirenlibertad