Nos unió el cambio. Y el cambio nos ha acompañado durante estos 6 años que compartimos visión, sentir, camino y familia. Hace tres años Mia ocupó y atravesó mi ser. Gesté un proceso intenso de reafirmación personal, sanación familiar y sobre todo, reconecté e hice las paces con mi energía femenina. Decidir parir en casa y respetar la decisión pese a los miedos de los demás fue mi primer gran paso. Aterrador y liberador a la vez.

El parto fue en casa como deseábamos. Sin expectativas, fue más hermoso que lo que pudimos imaginar. Y nació Mia, en el agua, como un pez, sin llanto, se moldeó a mi cuerpo y mi pecho y nos volvimos una. Y nació Andrea, como madre, como una nueva oportunidad de ser, de quererme, de ser mujer libre, de ser naturaleza, de sentir mi poder personal y mi fuerza. Respetar mis instintos y dar espacio a mi energía más primitiva. El único momento en la vida donde sentí que decidía y respetaba todo, absolutamente todo lo que sentía. Sin juicio, sin temor, sin presión. Y apoyada por quienes decidí: Pere, mi pareja, y Ulrike, la doula.

Om llegó en tiempos difíciles. Distancia social, miedo colectivo, dificultad económica…pero sus raíces eran más fuertes que lo que se ve sobre la tierra. Y siguió adelante. Y el 17 de febrero, nació.

Teníamos claro que sería en casa. No puedo imaginar parir sin aire en un hospital.

Pero esta vez vivimos en el bosque, más alejados del primer hospital y de la comadrona. Tampoco no teníamos el dinero para financiar el parto. Una de nuestra gran apuesta familiar y personal ha sido el tiempo. Tiempo con nuestra hija y maestra. Tiempo para vivir, para ser, respirar y crear. El trabajo que teníamos para vivir con lo justo, acabó.

Pero la vida sigue ofreciendo regalos como Ulrike, que nos permitió tener un parto como deseábamos antes que los recursos.

Ulrike (www.partacasa.com) con más de 20 años dedicada a los partos en casa en Alemania, estuvo presente en el de Mia. Fue muy especial estar de nuevo acompañada por ella. El vínculo y la confianza ya estaban. Ella es tierra, es amor, es profunda y trae alegría, mucha alegría.

Om nació ante la mirada de su hermana. Nació acariciado por los pájaros que cantaban al salir el sol. Con los ladridos de Trau que ya oyó durante meses. Su mirada reconocía el sitio, los sonidos, la familia, Ulrike.

Fue un parto intenso, corto, rompedor. Cada contracción era un salto temporal. Cambió mi mirada, cambió mi voz. Me convertí en un animal y sentí, antes de la expulsión, la vida agarrada a la muerte. Y miré a las dos, y nació la vida. Bajo la mirada atenta de Ulrike, que dio el contacto justo, que me dejó ser la protagonista de mi historia.

Pere estuvo allí, sosteniendo la energía, a Mia, todo lo sutil e indescriptible. Y todo lo palpable como encender el fuego y dar calor.

Y allí estábamos los cuatro, en nuestra cama, reconociéndonos en el silencio, en la magia de existir, en el amor. En nuestro nido acogedor y tranquilizador.

Poder compartir con Mia el nacimiento de su hermano fue un sueño para todo/as.

Dar una llegada a la vida así a nuestros hijo/as ha sido muy sanador y importante para nosotros/as. Para nuestros niños/as pasados, para ellos/as. Poder transmitirles que la vida no es agresión y que existe la suavidad y el amor.

Creemos firmemente en que partos respetuosos pueden sanar la sociedad.

Gracias por apoyar nuestro camino. La llegada de Om. Esta experiencia tan única, irrepetible y sagrada.

Os estamos inmensamente agradecidas.

Por muchos partos en casa y nacimientos respetuosos.

Pere, Andrea, Mia y Om