Hola a todos! Para aquellos que no nos conozcáis, somos Faust y Fiona. Vivimos en un pequeño pueblo del Pirineo Catalán, en la comarca de l’Alt Urgell. Somos unos enamorados de la montaña y la naturaleza, por eso trabajamos como guías de montaña. Somos autónomos, trabajamos por temporadas: en invierno y parte de la Primavera aquí en los Pirineos, en verano nos trasladamos a los Alpes. El confinamiento nos acortó la temporada de invierno y anuló completamente la de primavera y aún no sabemos si este verano podremos trabajar.

Desde que supimos que Fiona estaba embarazada nuestro ideal era tener el bebé en casa. Buscamos información, leímos artículos, contactamos con comadronas, hablamos con amigos que habían tenido los niños en casa y con los que los habían tenido en el hospital, leímos mucho y nos encontramos con opiniones y experiencias para todos los gustos; pero repetidamente leíamos sobre la violencia obstétrica, la poca o nula decisión de las mujeres una vez ha empezado el parto, donde prima la rapidez en pos a un proceso más fisiológico, más natural, y el que aboca en muchos casos a una innecesaria intervención quirúrgica.

Pero a veces las circunstancias no te dejan elegir. En España, a diferencia de otros países, la seguridad social no incluye los partos en casa, así que todos aquellos que quisiéramos elegir esta forma mas natural de traer a los hijos al mundo, tenemos que asumir un alto coste.

Periódicamente visitábamos a nuestra comadrona en el CAP o en el hospital de la Seu d’Urgell, el que nos queda más cerca de casa. Desde el primer día nos dio mucha seguridad y confianza, nos habló del equipo que trabaja en el hospital y de su defensa de los partos lo más natural posibles, haciendo el mínimo de cesáreas y con el máximo respeto hacia el bebe: la libertad de movimiento durante el parto, fomentan el contacto de piel con piel tras el nacimiento, la lactancia materna desde el primer momento o el pinzamiento tardío del cordón umbilical. Aún así, hablando con otras mujeres que habían tenido a sus bebés allí encontramos, como en todos sitios, experiencias de todos tipos, algunas buenas, otras, no tanto.

Aún valorando los pros y los contras el embarazo siguió su curso. El peso económico decantó la balanza, aunque las dudas nos seguían corroyendo, ¿Qué pasará cuando llegue el momento? ¿Podremos respetar los tiempos que Fiona y el bebé necesiten?¿Y si se da una situación de estrés, nos dejarán respetar nuestras preferencias?

Y de repente, un acontecimiento lo cambió todo; el COVID-19. Recibimos un mensaje: “El sistema sanitario de la comarca entra en fase de alarma”. Nos alarmamos, pero la comadrona nos tranquilizó, en nuestra zona no había casos, todo seguía como hasta el momento: seguían respetando los partos lo más naturalmente posible y Faust podía estar allí. Nos tranquilizamos pues habíamos visto que en muchos hospitales se aceleraban los partos, tenían que separar a las madres de sus bebes o que las mujeres tenían que entrar solas, sin nadie para acompañarlas durante el parto.

Al poco los casos empezaron a llegar aquí y nos informaron que muchos de los medidas que se estaban tomando en otros hospitales también se llevarían a termino en el hospital de la Seu d’Urgell, entre ellos Faust no podía estar ni en el parto ni en el tiempo de postparto en el hospital. Nos alarmamos, pero, en todos sitios era igual. Al poco muchos hospitales suavizaron estas medidas tras algunos estudios a embarazadas y a las opiniones de médicos y comadronas al respecto que tacharon de innecesarias estas medidas tan restrictivas.

Nuestro hospital, no obstante, decidió seguir manteniendo las medidas más estrictas.

Fue entonces, observando el panorama actual que volvimos a planearnos la opción de tener a nuestro bebé en casa. Contactamos con algunas comadronas independientes de la “Asossiació de Llevadores de part a casa” y con la “Casa de parts Migjorn”. Fueron ellos quienes nos recomendaron esta pagina para poder lograr nuestro parto deseado. Y gracias a ellos encontramos a Natalia Mansilla, nuestra nueva comadrona, quien por increíble que parezca ¡vive en un pueblo muy cercano al nuestro! Desde el primer contacto nos entendimos a las mil maravillas con ella así que decidimos que tendríamos a nuestro bebé en casa con ella.

Informamos al hospital y nos dijeron que a partir de la semana siguiente todo volvía a la normalidad, pero ya habíamos tomado una decisión: Nahia, nuestra hija, va a nacer en casa, con la tranquilidad, el respeto y el amor que deseamos.

Nos enfrentamos a una experiencia nueva, traer a nuestro primer bebé, y, evidentemente nos surgen dudas continuamente, pero, nuestra forma de vida, nuestros ideales están íntimamente relacionados con la montaña, con la naturaleza y con lo natural. Aunque nuestras circunstancias económicas no son las más favorables estamos contentos con nuestra decisión, confiamos en Natalia, en su profesionalidad y sabemos que ante cualquier complicación urgente tenemos la opción de acudir al hospital, pero no queremos delegar todo el proceso, al fin y al cabo es un proceso fisiológico y natural.

Lucharemos por esta opción, y para que se vuelva algo natural los partos en casa y pueda ser una opción para todos aquellos que lo deseen y no un lujo de quién pueda permitírselo o una carga económica de los que no puedan.

Queremos agradeceros el tiempo que habéis dedicado a leer nuestra historia, y a vuestra colaboración para poder lograr la mejor llegada al mundo de Nahia.