()Probablemente hayas leído muchas opiniones sobre “cómo debe ser un parto”. Probablemente hayas leido opiniones totalmente contradictorias. Probablemente toda esta información te provoque más dudas que claridad.

Hoy no queremos presentar más opiniones personales, aunque evidentemente la tenemos y creemos que está bastante clara.

Hoy queremos presentaros informes realizados por una entidad de gran importancia y respetabilidad como es la Organización Mundial de la Salud. Os dejamos un resumen de “Cuidados en el parto normal. Informe presentado por el Grupo Técnico de Trabajo ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Ginebra. 1996. Departamento de Investigación y Salud Reproductiva”. Es un poco extenso, pero os animamos a leerlo hasta el final porque creemos que os será de gran ayuda:

” A pesar del considerable debate y estudios realizados a lo largo de los años, el concepto de “normalidad” en el parto y en el nacimiento no está estandarizado ni universalizado. En las últimas
décadas se ha observado una rápida expansión en el desarrollo y uso de un abanico de prácticas ideadas para iniciar, aumentar, acelerar, regular o monitorizar el proceso fisiológico del parto, con el propósito de mejorar el desenlace para las madres y sus hijos, y, en ocasiones, para racionalizar los protocolos de trabajo en el parto institucionalizado. En los países desarrollados, en donde estas prácticas se han convertido en habituales, se está empezando a cuestionar el valor de estos grados
tan altos de intervencionismo. La adopción, sin crítica previa, de toda una serie de intervenciones inútiles, inoportunas, inapropiadas y/o innecesarias, además, con frecuencia, pobremente evaluadas, constituye un riesgo que corren muchos de los que tratan de mejorar los servicios de “Parto Normal”. Este estudio identifica las prácticas más comunes empleadas durante el parto e intenta establecer algunos criterios de buena práctica para un parto y alumbramiento sin complicaciones.

Después de analizar las evidencias, el grupo de trabajo clasificó sus recomendaciones acerca del Parto Normal en cuatro categorías:

A. Prácticas que son claramente útiles y que debieran ser
promovidas.
B. Prácticas que son claramente perjudiciales o ineficaces
y que debieran ser eliminadas.
C. Prácticas de las que no existe una clara evidencia para
fomentarlas y que deberían usarse con cautela hasta que nuevos
estudios clarifiquen el tema.
D. Prácticas que con frecuencia se utilizan
inadecuadamente.

 

2.4 LUGAR DEL PARTO

¿Tiene el lugar del parto un impacto significativo en la progresión de éste y en el nacimiento? Esta pregunta ha sido estudiada con amplitud en las últimas dos décadas. (Campbell y McFarlane 1994). Mientras que en muchos países desarrollados el parto pasó de ser un proceso natural a un procedimiento controlado, el lugar para dar a luz cambió del hogar al hospital. Al mismo tiempo mucho del denominado “toque humano” fue relegado. El dolor fue aliviado farmacológicamente
y a las mujeres se les dejaba solas por un gran período de tiempo; se las controlaba desde lejos.
La llamada a retornar al proceso natural en muchas partes del mundo civilizado hizo que se abrieran los paritorios a los padres y a otros miembros de la familia, pero la ubicación siguió siendo la misma: el hospital. Algunos hospitales han realizado un esfuerzo al instalar habitaciones que se asemejen a un ambiente hogareño y esto se tradujo en un incremento de la satisfacción de las mujeres y de un descenso en el deseo por su parte de buscar nuevas ubicaciones para dar a luz en futuros embarazos, pero estudios realizados al azar no demostraron ningún cambio respecto a la demanda de epidurales, partos instrumentales o cesáreas (Klein et al 1984, Chapman et al 1986). Estos estudios se enfocaban más en el sentido de ofrecer un ambiente atractivo sin un cambio fundamental en el manejo de la mujer, el cual no resultó suficiente para mejorar la calidad ni el desenlace obstétrico final.

Otros estudios demostraron que una primípara de bajo riesgo obstétrico, dando a luz en un hospital universitario, en un parto de 6 horas, podría llegar a ser vista por al menos 16 personas diferentes y aún así estaría sola gran parte de este tiempo (Hodnett y Osborn 1989). La rutina, la presencia de extraños, y el ser dejada sola durante el parto y/o nacimiento causan stress, y éste puede interferir con el proceso del parto prolongándolo y desencadenando lo que se ha venido denominando “la cascada del intervencionismo”.

El parto domiciliario es una práctica que está desigualmente distribuido a lo largo del mundo. Desde 1930, con la institucionalización del nacimiento, la opción del parto domiciliario en la mayoría de los países desarrollados desapareció. El sistema de atención obstétrica en Holanda, donde todavía más del 30 % de las mujeres dan a luz en casa, es excepcional en los países industrializados (Van Alten et al 1989, Treffers et al 1990).

Holanda es un país industrializado con un sistema oficial de partos domiciliarios. La incidencia de éstos difiere enormemente de una región a otra. Un estudio acerca de la mortalidad perinatal demostró que no existía correlación entre hospitalización regional en el momento del nacimiento y la mortalidad perinatal regional (Treffers y Laan 1986). Un estudio realizado en la provincia de Gelderland, comparó el “resultado obstétrico” de partos domiciliarios y partos hospitalarios. Los resultados sugirieron que para una primípara de bajo riesgo un parto domiciliario era tan seguro como uno hospitalario. Para multíparas de bajo riesgo el resultado de un parto domiciliario era significativamente mejor que uno hospitalario (Wiegers et al 1996). No existe ninguna evidencia de que este sistema de manejo de las gestantes mejore con la medicalización del parto (Buitendijk 1993).

Entonces, ¿Dónde debería dar a luz una gestante? Se puede afirmar que una mujer debería dar a luz en el lugar en que ella se encuentre segura, y en el nivel de asistencia más ”bajo” posible, en el cual el manejo correcto esté asegurado (FIGO 1982). Para una mujer de bajo riesgo esto puede ser en casa, en una maternidad pequeña o quizás en una gran maternidad de un gran hospital. Sin embargo, debe ser un sitio donde toda la atención y cuidados se enfoquen en sus necesidades y su seguridad, tan cerca como sea posible de su casa y su cultura. Si el parto va a ser domiciliario, deben existir planes de antemano para remitir a la mujer a un hospital si esto fuese necesario, y la mujer debe tener conocimiento de ello.

 

2.5 APOYO EN EL PARTO

Reportajes y experimentos realizados al azar acerca del apoyo ofrecido durante el parto por una persona, “doula”, matrona o enfermera, demostraron que un apoyo continuado y físico acarrea grandes beneficios como son, partos más cortos, uso menor de medicación y analgesia epidural, menor número de niños con tests de Apgar menores de 7 y menos partos instrumentales (Klaus et al 1986, Hodnett y Osborn 1989, Hemminki et al 1990, Hofmeyr et al 1991).

Este reportaje identifica a esta persona como una mujer, que tiene una formación básica acerca del parto y que está familiarizada con una gran variedad de métodos de atención hacia las personas. Ofrece apoyo emocional a base de elogios, tranquilidad, medidas encaminadas a mejorar la comodidad de la mujer, contacto físico a base de masajes en la espalda de la mujer y tomar sus manos, explicaciones acerca de lo que está aconteciendo en el parto y una constante presencia amistosa y amable. Estas tareas también pueden ser realizadas por la matrona o la enfermera, pero muy a menudo éstas necesitan llevar a cabo procedimientos tanto médicos como técnicos que pueden hacerles distraer de su atención a la madre. Sin embargo, todo el apoyo ofrecido por estas mujeres reduce significativamente la ansiedad y el sentimiento de haber tenido un parto complicado, 24 horas después de haber dado a luz. A su vez tiene efectos positivos en el número de madres que seguirán dando pecho a las 6 semanas del parto.

La mujer de parto debe estar acompañada de las personas con las cuales ella se encuentre cómoda; su marido, la mejor amiga, o la matrona, o la “doula”. Las matronas profesionales deben estar familiarizadas con las tareas de apoyo y médicas y deben realizarlas con competencia y sensibilidad. Una de estas tareas consiste en ofrecer a la mujer toda la información que ella desee y necesite. La privacidad de la mujer donde vaya a dar a luz debe ser respetada en todo momento. Una gestante necesita su propia habitación para dar a luz y el número de personas presentes debe estar limitado al mínimo necesario.

Sin embargo, en la práctica cotidiana las condiciones difieren considerablemente de la situación ideal descrita anteriormente. En los países desarrollados las mujeres a menudo se sienten aisladas en las salas de dilatación de los grandes hospitales, rodeadas de equipos técnicos y sin apenas ningún tipo de apoyo emocional.

Las consecuencias de las afirmaciones anteriores en cuanto al lugar del parto y el suministro de apoyo, están lejos de alcanzarse, ya que implican que el personal sanitario que atiende el parto debe trabajar a escala mucho menor, Una atención especializada en parto debe suministrarse preferentemente en o cerca del lugar donde vive la mujer, antes que trasladar a todas las mujeres a una gran unidad de obstetricia. Las grandes unidades que atienden 50 o 60 partos al día, necesitarían
reestructurar sus servicios para poder atender las necesidades específicas de las mujeres. Los sanitarios tendrían que reorganizar sus programas de trabajo a fin de satisfacer las necesidades de las mujeres de una continuidad en la atención y el apoyo. Esto también tiene implicaciones de coste y por eso llega a ser una cuestión política.

En conclusión, lo único que necesita el parto natural, asumiendo que es de bajo riesgo, es de una continua supervisión por parte de una experta matrona que sepa detectar la aparición de cualquier tipo de complicación.

No es necesaria intervención alguna a excepción del apoyo y los cuidados. Se pueden proporcionar unas directrices generales en cuanto a qué es lo que hay que establecer para proteger y apoyar el parto normal. No obstante, todo país que desee invertir en estos servicios necesita adaptar estas directrices a su propia situación específica y a las necesidades de las mujeres así como garantizar que las bases están establecidas para poder servir a las mujeres de bajo, medio y alto riesgo y a las que tienen complicaciones.”

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