Historia corta
¡Hola! Nos presentamos, somos Patricia y Adrián, y este es nuestro primer bebé ¡Qué emoción!Cierro los ojos imaginándome el parto y solo puedo sentir paz, no hay miedo, no hay incertidumbre, solo paz. Quiero sentirlo, quiero vivirlo, quiero poder apreciar cada momento de mi bebé llegando a este mundo. Quiero conectar con él, que me sienta, que me escuche, que sepa desde antes de nacer que su mamá va a hacer lo imposible por darle el nacimiento que se merece. Recuerdo a mi abuela, como fue capaz de parir a 6 hijos en su casa. Siento su fuerza, su amor, su cariño.
Desde el primer momento tuvimos clarísimo que nuestra única opción era parir en casa. Por desgracia, nuestra economía no es la mejor. Yo me quedé sin trabajo en pleno embarazo y la opción se complicó un poco.
Pero hablando con la comadrona que nos imparte la preparación al parto, nos dimos cuenta de que iba a ser el momento más importante de nuestras vidas, y no podíamos dejar de luchar por ello si realmente era lo que sentíamos. Así que hablamos con Imma Sàrries, y si tenemos suerte, ¡ella será la que reciba a nuestro bebé en este mundo!
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El día más importante de nuestras vidas
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Método de fin de campaña
Historia de la campaña
Siento Rabia. Siento rabia por tener que mendigar información, por tener que contrastar cada palabra que mi matrona me dice. Siento rabia por haber cedido cuando mi matrona me hizo entender que seré una mala madre si no me hago la O’sullivan, que mi bebé sufrirá.
A veces también me siento débil. Siento que no soy capaz de luchar, que soy pequeña, insignificante, que no tengo fuerzas para luchar contra el gran monstruo que veo delante de mí. En ocasiones, me encuentro con un profesional amable, que me hace confiar, y el monstruo desaparece. Otras es tan grande que me paraliza.
Me siento joven. Tengo 26 años. A veces me da fuerza, me siento poderosa, radiante, valiente. Otras veces me resta credibilidad: “quieres parir en casa, pero no vas a poder, eres muy joven, no aguantarás el dolor”. Me pregunto qué sabrá Pepita del dolor, cuyo mayor sufrimiento ha sido existir. Pienso en la vida que me ha tocado vivir, y vuelvo a sentirme fuerte. A pesar de todo estoy aquí.
Lo que más siento es pena. Pena al descubrir que Rocio se quedó inconsciente en su primer parto, y no tiene ni la más remota idea de porqué, recuerda que le pusieron algo, nadie le dijo el qué. En un papel ponía que utilizaron fórceps, ese es el único recuerdo del nacimiento de su hijo. Su tercer parto fue mejor, solo tiene un dolor permanente en la espalda por la epidural, en ocasiones le duele mucho, pero al menos lo recuerda, ojalá alguien le hubiese hablado de los riesgos. También siento pena por Azahara, que cree fervientemente que le hicieron una maniobra Kristeller porque era necesario para su bebé. O de Eva a la cual le hicieron cesárea porque el parto no avanzaba tras 1h con la epidural. También siento pena por Ariadna, su primer parto fue tan traumático, que solo puede plantearse una cesárea programada para su segundo hijo, por el pánico que le genera parir. Me pregunto si estas mujeres y amigas, con la información que tengo yo, hubiesen tenido experiencias diferentes. Me siento algo culpable.
Pero sobre todo siento amor, gratitud y cariño. Amor por mi pareja que me apoya en cada decisión sobre mi parto, que no me cuestiona y que lucha para que tenga el mejor parto posible. Gratitud por Raquel, que me dio el ejemplo de un parto en casa precioso, y me hizo ver que se puede parir con respeto, con amor, con intimidad. Y, sobre todo, siento un profundo cariño, por todas las mujeres que me han ayudado a vivir un embarazo completamente informado ¡Me siento tan agradecida y tan privilegiada! Amigas, compañeras, matronas, profesionales, divulgadoras… ¡Qué bonita es la vida cuando la gente se ayuda, se apoya y se quiere!
Gracias a todos por leer mi historia y por compartirla. Os deseo lo más bonito para vuestras vidas, que tengáis una vida plena junto a vuestras familias, y sobre todo que siempre, siempre, siempre, seáis felices. Y a las mamás que están por venir, mucha fuerza, ¡y mucho amor!
¡un fuerte abrazo!
Patricia
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